Diferencia entre revisiones de «Heldis:Funcionariado»
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− | Entre la gente vieja, los oficiales están en lo más alto de la pirámide social. Nada colma más de orgullo a una familia que el que un miembro acceda a un puesto de funcionario | + | Entre la gente vieja, los oficiales están en lo más alto de la pirámide social. Nada colma más de orgullo a una familia que el que un miembro acceda a un puesto de funcionario, pues no sólo demuestra ante toda la sociedad su inteligencia, sabiduría y fuerza de voluntad, sino que además la familia verá incrementada su influencia en los asuntos públicos. |
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+ | El honor y prestigio de un funcionario no radica, como en otras clases sociales, en su capacidad militar, o en alguna dignidad transmitida por la sangre, o en sus riquezas obtenidas también por herencia o aprovechándose de los demás. Un oficial se hace a sí mismo, y muestra su mérito él solo ante un tribunal. Por esto, la gente vieja los valora por encima de soldados, nobles y comerciantes (los cuáles son vistos con antipatía). | ||
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+ | Obviamente, las familias que pertenecen a estos estamentos utilizan su poder para lograr que algunos de sus miembros lleguen a estos puestos, y obtener así mayor prestigio y beneficiarse de los poderes públicos. | ||
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+ | La gente nueva, sin embargo, es más reacia a esta clase. Los más tradicionalistas están arraigados todavía en los valores guerreros y nobiliarios y contemplan a los funcionarios como advenedizos, hienas que no tienen la fuerza ni la nobleza para conseguir un puesto, pero usan la conspiración y la malicia para alimentarse a costa de los demás, y para pervertir a los gobernantes. A pesar de esto, los nobles de la gente nueva se ven obligados al uso de funcionarios para administrar sus territorios, lo que confiero a éstos poco prestigio, pero mucho dinero e influencia. | ||
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+ | Aquellos de la gente nueva más alejados de la nobleza son más pragmáticos, y muchos aprovechan la oportunidad, si la tienen, de acceder al funcionariado, aunque no sean vistos con buenos ojos ni por la nobleza nueva, ni por los oficiales viejos. | ||
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Revisión del 04:55 5 abr 2009
Romance de Shinlia | ||
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Antiguamente Shinlia fue una nación bajo el mando de un emperador. Para gobernarlo y administrar el imperio, éste se apoyaba no en una élite nobiliaria proclive a dar problemas y a buscar su propio interés, sino en un cuerpo de magistrados que con sus grandes conocimientos de administración, diplomacia, tecnología, economía y sociología, controlaban el país y se enfrentaban a cualquier problema que en éste pudiera surgir.
Hoy queda muy poco del imperio. Shinlia es un conjunto de ciudades estados, provincias y regiones controladas por muchos gobernantes independientes. Sin embargo, la élite burocrática se las ha apañado para mantener gran parte de su prestigio y poder. Aunque las necesidades de ellos son más pequeñas, todavía la mayor parte de territorios hacen uso de los funcionarios en su gestión.
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[ocultar]Los funcionarios como clase social
Entre la gente vieja, los oficiales están en lo más alto de la pirámide social. Nada colma más de orgullo a una familia que el que un miembro acceda a un puesto de funcionario, pues no sólo demuestra ante toda la sociedad su inteligencia, sabiduría y fuerza de voluntad, sino que además la familia verá incrementada su influencia en los asuntos públicos.
El honor y prestigio de un funcionario no radica, como en otras clases sociales, en su capacidad militar, o en alguna dignidad transmitida por la sangre, o en sus riquezas obtenidas también por herencia o aprovechándose de los demás. Un oficial se hace a sí mismo, y muestra su mérito él solo ante un tribunal. Por esto, la gente vieja los valora por encima de soldados, nobles y comerciantes (los cuáles son vistos con antipatía).
Obviamente, las familias que pertenecen a estos estamentos utilizan su poder para lograr que algunos de sus miembros lleguen a estos puestos, y obtener así mayor prestigio y beneficiarse de los poderes públicos.
La gente nueva, sin embargo, es más reacia a esta clase. Los más tradicionalistas están arraigados todavía en los valores guerreros y nobiliarios y contemplan a los funcionarios como advenedizos, hienas que no tienen la fuerza ni la nobleza para conseguir un puesto, pero usan la conspiración y la malicia para alimentarse a costa de los demás, y para pervertir a los gobernantes. A pesar de esto, los nobles de la gente nueva se ven obligados al uso de funcionarios para administrar sus territorios, lo que confiero a éstos poco prestigio, pero mucho dinero e influencia.
Aquellos de la gente nueva más alejados de la nobleza son más pragmáticos, y muchos aprovechan la oportunidad, si la tienen, de acceder al funcionariado, aunque no sean vistos con buenos ojos ni por la nobleza nueva, ni por los oficiales viejos.