Diferencia entre revisiones de «Rol:Política en una ciudad medieval»
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+ | Por otro lado, en conjunto, el pueblo tiene una gran importancia. Si un gobernante se ha ganado el odio de su pueblo, y hay un rival que tiene su apoyo, está en una situación muy peligrosa, porque cualquier chispa puede empezar una rebelión. De igual manera, alguien que derroque a un gobernante muy amado, puede tener problema para controlar la ciudad. | ||
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+ | Durante una rebelión, el pueblo opone su masa contra el superior equipamiento y entrenamiento de los soldados (salvo que ellos también apoyen la revuelta). No siempre está claro quién gana en esa confrontación. Aunque una sangría por parte de los gobernantes pueden acabar con la rebelión, ellos tienen que tener en cuenta que aún con todo necesitan al pueblo para que pongan en marcha la ciudad (al fin y al cabo son los artesanos, panaderos o guardias). | ||
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+ | Existe dos sentimientos para controlar el pueblo: el amor y el miedo. Cualquier gobernante hace uso de estos elementos en diferentes proporciones, puesto que ninguno de los dos basta por sí solo para tener el control sobre los ciudadanos. Si no existe amor por el gobernante, el pueblo se puede rebelar (y apoyar a los rivales). Si no existe el miedo, los criminales y desalmados campan a sus anchas. |
Revisión actual del 05:18 30 ene 2013
Contenido
Grupos de poder
En una ciudad medieval el poder toma muchas formas. Podemos hablar en general de grupos de poder, como clasificaciones de las distintas formas que existen.
Sin embargo, no debemos confundirnos. No se trata de grupos cohesionados que luchan unos contra otros. Aunque esa lucha existe a cierto nivel (antagonismo de clases), lo típico es que realmente estén subdivididos y cada uno colaborando con otros grupos de poder.
Lord Avidus pertenece a la nobleza y estaría dentro del grupo de poder político. Sin embargo, más que amigo, es enemigo de otros nobles que le disputan el poder. Para afianzar el poder hace uso de otros poderes. Su joven hijo sirven al capitán del ejército de la ciudad (poder militar), tiene a su favor al jefe del gremio de armeros, que fabrican las armas y las armaduras (poder económico) y tiene bajo sueldo a un popular juglar que divierte al pueblo con burlas de sus enemigos (poder de prensa y del pueblo). |
Berto Martillo es el jefe del gremio de armeros. Está enemistado con Julio Forja, que año a año le disputa el puesto, recogiendo a los que están descontentos, y con el gremio de curtidores, ya que ambos compiten con proveer a los guardias con armaduras de metal o de cuero. En sus luchas contra ellos, hace uso de sus recursos en otros grupos de poder. Tras muchos favores, se ha ganado el apoyo de Lord Avidus (poder político). Tiene algo de mano con el capitán del ejército de la ciudad (poder militar), aunque últimamente éste anda algo descontento con los tratos y podría apoyar a Julio Forja para hacer que cambien las políticas del gremio. Berto de vez en cuando pasa armas de contrabando, así que se ha ganado un par de contactos en el mundo criminal (poder de los bajos fondos). |
Los grupos de poder más importantes son:
Poder político
El más obvio. Quien gobierna la ciudad (nobleza, corte civil, representantes,...) ostenta el poder... en principio. El poder político tiene la capacidad de influir en el resto de poderes, pero muy a menudo son los otros poderes los que influyen en el poder político.
Poder militar
En principio debería estar al servicio del poder político. Un gobierno fuerte controla los hombres que participan en su defensa. Pero muy a menudo los altos rangos del ejército disfrutan de gran independencia y en muchas ocasiones pueden ejercer una tremenda influencia sobre el poder político. Al fin y al cabo, cuando fracasa el entendimiento, son las armas las que se imponen. Dos agentes militares poderosos y enfrentados pueden traer muchísima tensión y peligro a la escena política.
El poder militar se puede dividir en dos, aunque la fuerza de esa división dependerá de la situación concreta:
Interior
Los guardias que se encargan de mantener el orden y la ley.
Exterior
Los ejércitos que defienden la ciudad contra las invasiones. Generalmente tiene más independencia respecto al gobierno que el poder militar interior.
Poder económico
Para gobernar se necesita abastecer y mover a la gente. Se necesitan alimentos, ropa, utensilios y dinero para los trabajadores y los soldados. Y donde hay una necesidad, hay poder.
Sector primario
¿Quién controla la entrada de alimentos y materias primas?
Una ciudad necesita alimento para sostener la población. Por eso necesita comprar alimentos a los campesinos o terratenientes de los alrededores. ¿Alguien controla el flujo de alimentos?
También son necesarias las materias primas para la manufacturación, o directamente productos que no son producidos en el interior de la ciudad. Éstos productos suelen ser traídos por mercaderes.
Si alguien puede controlar o influir en el flujo de estos productos, tiene un enorme poder, ya que puede cortar abastecimiento a sus rivales, negociar con los precios o hacerse totalmente indispensable.
Sector secundario
¿Quién fabrica las ropas, utensilios y armas?
Gran parte de los productos de una ciudad (armas, herramientas, ropa, adoquines,...) son fabricados dentro de la misma ciudad. Generalmente existen gremios que controlan ese tipo de trabajo. Los gremios son organizaciones jerárquicas de artesanos que controlan qué se fabrica, cómo y quién, para defender sus derechos (por ejemplo ante una subida de impuestos) y para evitar que la competencia pueda bajar el precio de los productos. El artesano que no se atiene a las reglas de su gremio puede esperar muchas presiones, boicots (por ejemplo no recibiendo materias primas) o incluso respuestas violentas.
Siendo una asociación jerárquica, las cabezas de los gremios tienen un poder impresionante. Por un lado, controlan casi toda la producción de un tipo de recurso. Por otro, tienen la capacidad de movilizar a muchísima gente. Por último, mueven mucho dinero. Estar a malas con un gremio importante, puede ser muy perjudicial, pues puedes verte desabastecido y saboteado con frecuencia.
Por otro lado, los gremios no carecen de disputas internas, y muchos son los que compiten por llegar al máximo poder.
Sector terciario
¿Quién ofrece los servicios más demandados?
Los ciudadanos medievales no disponían de muchos servicios, y desde luego no eran gratuitos (aunque en una ambientación fantástica esto puede cambiar, claro). Aún así, dependiendo de la ciudad, algunos podían ser importantes.
Controlar las casas de curación puede ser un recurso inestimable.
Sector financiero
¿Quién presta el dinero con el que se pagan servicios, soldados, armas, utensilios y sobornos?
Para que los soldados y trabajadores puedan contratarse y para que se puedan comprar los alimentos, materias primas y productos manufacturados, se necesita dinero. Los nobles que se meten fuerte en política a menudo no disponen de tanto dinero como es necesario, por lo que acaban teniendo que recurrir a prestamistas.
Estos prestamistas, personas inmensamente ricas, acaban acumulando un gran poder, no sólo por el dinero que controlan (y porque denegar un préstamo puede ser equivalente a hundir a un rival), sino por los favores que les acaban prestando aquellos que no pueden afrontar las deudas. Llegado el momento, pueden incluso convertirse en nobles, comprando el título (o un hijo en matrimonio) a cambio de la cancelación de la deuda.
Poder religioso
Posiblemente el segundo poder en la Historia de la Humanidad, tras el poder militar.
Los que han controlado el culto, han tenido siempre un grandísimo poder. Al determinar ellos cómo ganarse la recompensa o el castigo en el más allá, o las bendiciones o maldiciones de los dioses en la vida terrenal (amor, fertilidad, lluvias, catástrofes, enfermedad,...), la población les otorga muchos sacrificios (alimentos o dinero) y siguen sus mandatos, a veces por encima de las leyes de los gobernantes. Por eso, mientras el culto goce de popularidad, a la clase sacerdotal no les va a faltar comida, dinero ni poder.
En una ambientación fantástica además hay que estudiar las implicaciones de la forma específica de la religión en dicha ambientación. Muchas veces los sacerdotes tienen capacidades mucho más concretas, fiables y poderosas de obrar milagros, bendiciones y maldiciones, de modo que puedan realmente curar o enfermar a alguien a través de la intercesión de su dios. Sin embargo, ambientaciones como la Tierra Media de Tolkien carecen de cultos organizados, salvo los que se dedican a la adoración del Señor Oscuro.
Poder en los bajos fondos
Aunque una persona tenga influencia en las leyes, la guardia y la economía, muy comúnmente tendrá que resolver ciertas cuestiones mediante métodos al margen de estos poderes. Casi siempre necesitará una red de espías, y ocasionalmente podrá recurrir a los servicios de un ladrón (para obtener algo preciado) o un asesino (para eliminar a un rival, o al peón de un rival).
Exceptuando las ambientaciones más románticas, no existe una ley del ladrón. Los bajos fondos están al margen de la ley, y si existen estructuras o gremios de criminales, suelen estar gobernadas por el poder y la fuerza, y estar constantemente puestas a prueba por muchas pugnas y escaramuzas.
Poder en la prensa
En una ambientación medieval la prensa, o su equivalente no tienen un poder tan grande como en el mundo moderno. Aún así, distintos oradores o coplistas pueden disfrutar de influencia en la opinión del pueblo, favoreciendo o perjudicando a un gobernante o a otro.
Poder del pueblo
En general, la parte más vapuleada y despreciada de la ciudad. Son masas de gente ignorante, sin los recursos ni conocimientos para tener un poder real. Individualmente, carecen de importancia en los esquemas de influencia. El ciudadano medio sólo se preocupa por su supervivencia (y la de su familia) en un mundo tan duro que ésta no se da por descontado.
Por otro lado, en conjunto, el pueblo tiene una gran importancia. Si un gobernante se ha ganado el odio de su pueblo, y hay un rival que tiene su apoyo, está en una situación muy peligrosa, porque cualquier chispa puede empezar una rebelión. De igual manera, alguien que derroque a un gobernante muy amado, puede tener problema para controlar la ciudad.
Durante una rebelión, el pueblo opone su masa contra el superior equipamiento y entrenamiento de los soldados (salvo que ellos también apoyen la revuelta). No siempre está claro quién gana en esa confrontación. Aunque una sangría por parte de los gobernantes pueden acabar con la rebelión, ellos tienen que tener en cuenta que aún con todo necesitan al pueblo para que pongan en marcha la ciudad (al fin y al cabo son los artesanos, panaderos o guardias).
Existe dos sentimientos para controlar el pueblo: el amor y el miedo. Cualquier gobernante hace uso de estos elementos en diferentes proporciones, puesto que ninguno de los dos basta por sí solo para tener el control sobre los ciudadanos. Si no existe amor por el gobernante, el pueblo se puede rebelar (y apoyar a los rivales). Si no existe el miedo, los criminales y desalmados campan a sus anchas.