Diferencia entre revisiones de «Heldis:El Mandato del Cielo»
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+ | Desgraciadamente, el sexto descendiente de los dioses no estuvo a la altura de sus predecesores. Estaba tan colmado por la soberbia como por el desprecio al pueblo. Gobernó de espaldas a todos, y hacía trabajar a la gente sólo por su propia gloria. Ejecutaba a cualquiera que hiciera la mínima objeción a sus decisiones y no se preocupaba en justificarse, porque como hijo de los dioses, nadie podía arrebatarle el derecho a gobernar. | ||
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+ | Pero llegó un momento en que la situación no se pudo sostener más. El pueblo, cansado y extenuado, se levantó en armas contra el gobierno que los dioses habían puesto. El Emperador mandó a su ejército para terminar con los rebeldes, pero en frente se levantó otro gigantesco, formado por toda la gente que estaba harta de los abusos. La contienda duró muchos años. Tantos, que el mismísimo Emperador, irritado, se decidió finalmente a salir al frente. | ||
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+ | - ''Los dioses nos dieron esta tierra para que viviéramos en paz y fuéramos felices. Ahora que hay sufrimiento y maldad, lucharemos contra él, aunque eso significa enfrentarse al mismo Cielo''. | ||
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Revisión del 04:05 18 may 2009
Romance de Shinlia | ||
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El Emperador era, en las épocas en que Shinlia estuvo unida, el hombre más poderoso. Su poder era absoluto, y era llamado el Hijo del Cielo, porque se suponía que recibía de los mismos dioses el poder para gobernarlos a todos. Este poder era llamado el Mandato del Cielo, y exigía a cambio la responsabilidad, o dicho poder podría ser retirado.
De esta forma, si un emperador era tirano o corrupto, estaba justificada una rebelión que pusiese fin a su mandato, y que colocase en su lugar a otro emperador. Se decía entonces, que el Mandato del Cielo había pasado a una nueva dinastía. Para recibir el Mandato del Cielo no contaban los linajes, y un pobre campesino podía ser elegido por los dioses para gobernar el país.
Origen
El origen del Mandato del Cielo se pierde en la memoria, pero existen algunas leyendas que lo explican. Según éstas, cuando los hombres llegaron a Shinlia, los dioses entregaron a sus propios hijos la tarea de gobernarlos, y asegurar su prosperidad. De este modo, surgieron los primeros cinco emperadores, que gobernaron durante mil años, que fueron los más felices y venturosos que nunca ha conocido la tierra.
Desgraciadamente, el sexto descendiente de los dioses no estuvo a la altura de sus predecesores. Estaba tan colmado por la soberbia como por el desprecio al pueblo. Gobernó de espaldas a todos, y hacía trabajar a la gente sólo por su propia gloria. Ejecutaba a cualquiera que hiciera la mínima objeción a sus decisiones y no se preocupaba en justificarse, porque como hijo de los dioses, nadie podía arrebatarle el derecho a gobernar.
Pero llegó un momento en que la situación no se pudo sostener más. El pueblo, cansado y extenuado, se levantó en armas contra el gobierno que los dioses habían puesto. El Emperador mandó a su ejército para terminar con los rebeldes, pero en frente se levantó otro gigantesco, formado por toda la gente que estaba harta de los abusos. La contienda duró muchos años. Tantos, que el mismísimo Emperador, irritado, se decidió finalmente a salir al frente.
- Yo soy el Emperador de Shinlia. ¿Quién se atreve a oponerse a mi mandato?
El ejército rebelde retrocedió. La imponente figura del soberano atemorizaba a todos. Finalmente, un campesino salió al frente y respondió:
- El pueblo que sufre, Majestad. No se pueden tolerar más injusticias hacia los hombres. - ¿Y quién sois tú y tu chusma para rebelaros contra mi autoridad?- contestó encolerizado- Yo desciendo de los dioses. Soy hijo del mismísimo Cielo, y los dioses me otorgan poder para gobernar a los hombres según mi propia voluntad. ¿Acaso osáis desobedecer a los mismísimos dioses? - Los dioses nos dieron esta tierra para que viviéramos en paz y fuéramos felices. Ahora que hay sufrimiento y maldad, lucharemos contra él, aunque eso significa enfrentarse al mismo Cielo.
En ese momento,